viernes, 18 de septiembre de 2009

Carta a una prostituta: los contactos


Hola, amor:
Abandonaste los prostíbulos de Gijón por las páginas de contactos. Después de los atentados de Atocha, me decías que no te gustaba trabajar con dinamita debajo de la cama. Dueña y señora de ti misma, te lo hiciste por tu cuenta, sin felaciones que donar, comisiones que pagar y la tranquilidad de un orgasmo que no te haría volar por los aires como una ninfa en pedazos. Después confesaste que te sentías más libre que nunca, una empresaria de rompe y rasga que pisa la calle destrozando baldosas con zapatos de tacón de aguja, embriagada por el dinero, embalsamada por la dignidad y cosas así. Como no te gustaba llevarte el negocio a casa, te acostumbraste a las llamadas intempestivas, a las noches de alcohol y a los hoteles de lujo donde el sudor se había impregnado en la pared como una imagen mariana. Pero ahora llega Joan Tardá, el diputado independentista catalán, prohibiendo los anuncios donde tú tanto mentías y yo tanto imaginaba.
-De colega a colega, no sé que será de nosotros -te dije la otra noche, mientras mis dedos se peleaban con el broche imposible de tu tanga.
-No entiendo nada. Es la página más leída, la que más interesa, la que más se gasta, incluso si uno es catalán -respondiste enfadada cuando te leí la noticia.
-Tardá no comprende que los periodistas somos también un poco putas. Sabemos hacer felices a los hombres con unas cuantas mentiras, pero siempre damos más de lo que nos pagan.
Yo no entendía tu curro hasta que descubrí que el matrimonio es un largo viaje en el que lo más emocionante son las hipotecas. Lo cierto es que sólo una mujer más atrevida que sus bragas se puede ocupar de los pecados. Te gustaría que Gijón tuviera un barrio rojo, un Pigalle por donde pasearse alegremente y que pasaran cosas, después de la última copa. Quieres mostrar muslamen en un escaparate, cotizar a la Seguridad Social y que Jacques Brel te cante desde un puerto de Ámsterdam. Pero Gijón, incluso con puerto, sólo da para dos esquinas donde hacer la calle: Manuel Llaneza y Pablo Iglesias. Ya me contarás.
-En esto acaba el socialismo -dijiste con resignación y veneno.
-El socialismo, cariño, es algo más que una calle. Pero uno nunca sabe dónde empieza ni dónde termina.
Se lo ha explicado Joan Tardá a la ministra de Igualdad: magistrados y senadores, diputados y aristócratas, obreros y casas reales van de putas los fines de semana. Y yo aquí, viéndolos pasar. No sabemos si son de izquierdas o de derechas, falangistas o demócratas, ideólogos o tecnócratas. Pero Bibiana Aído ha respondido con firmeza que hay que acabar con la prostitución porque es una indignidad.
«Primero quisieron quitarme el trabajo y, ahora, el honor», pensarás. El caso es que a Joan Tardá le han preguntado si trajina con putas, izas o rabizas, y el tipo se ha quedado tieso y mudo como una estatua de sal. Yo no diría que el diputado catalán es un calavera, pero esos silencios... Quia.
Sin nada más que contarte, se despide un servidor que no se olvida de ti.