El Papa Benedicto XVI aseguró hoy, durante su mensaje y bendición 'Urbi et Orbe', desde
Tanto el currante como el empresario, así la puta como la beata tratan de besar los pies del hombre de los tres clavos, mientras Benedicto XVI asegura «que Jesús resucitó para que el hombre no desesperase pensando que con la muerte se acaba totalmente la vida». El Papa desconoce que la muerte de Jesús era una fiesta.
Muchos consideran la Semana Santa como una rémora de nuestro pasado franquista, derivándolo a un asunto folclórico y anticuado y, sin embargo, desconocen que la mayoría de las cofradías se fundaron tras la llegada de la democracia, en los años ochenta. Lo más interesante y curioso sigue siendo que en todo este revival de mantillas, tocados y peinetas se reunen españoles de toda clase y condición. Este domingo de penitencia y resurrección finaliza con saetas derramadas por la estanquera de Vallecas, con palmas de trafulleros en paro acompañando a marquesas desvirgadas y con recuas de agoreros empalmados llorándole a María Magdalena.
Desde pequeño siempre tuve miedo a los encapuchados que vestían de nazareno, pero reconozco que había cierta lujuria en las enaguas negras de las mujeres linajudas que perfilaban sus caderas con el luto del viernes santo mientras sus maridos depositaban el dinero confiado en las tabernas. De modo que la Semana Santa española tiene la belleza del auto sacramental, el falso dolor de cincuenta cofrades poseídos de vinazo y la lascivia de esas mujeres tan engolfadas de Dios que de tanto amarlo lo convirtieron en su prisionero. Quizá por eso encuentro atractiva la Semana Santa, aunque hoy remato