sábado, 30 de mayo de 2009

A qué llamamos Europa


El asunto es saber a qué llamamos Europa. Hasta que llega Kant, Europa es la duda metódica y cartesiana. Pero también es la sonrisa de La Gioconda, el misterio de la Cena Sagrada y toda la cultura clásica que ardió en la biblioteca de Alejandría. Europa era la palabra en el papiro y después la palabra mecánica. A continuación le sigue Velázquez. Entonces Europa es una vieja friendo huevos, unas meninas, unas cuantas picas en Flandes. Europa era, antes que nada, España. Después vienen las carnes de Rubens y los cadáveres de Rembrand y Europa se parece más a una carnicería. Descubre, eso sí, que la belleza se encuentra en un pelo del culo de Durero o en una lección de anatomía.
Pero Europa fue también una mujer pagana, sensible, clásica y moderna, viajera, revolucionaria, como dice un amigo mío, cobijada bajo la tiranía de la democracia. Y después Europa es la Unión Europea, lejana, fría, burocrática.
Me cuenta un colega de La Nueva España que Europa es una trampa, una farsa. Hay elecciones al Parlamento Europeo y la izquierda y la derecha se zarandean un poquito. Después, como es lógico, votamos todos a Durao Barroso. Ay.

domingo, 24 de mayo de 2009

La reliquia


Se presentó sin papeles como una reliquia del pasado, despojado de gobiernos, desvestido de partido y cortisonado de años. Llegó a la tribuna como el sabio que irrumpía ante una Europa amenazada. Procedía de otro tiempo, cuando Helmut, François y Delors, los colegas, aquellos viejos amigos que lograron convertirle en un príncipe doliente, vejado, incomprendido y maltratado.
El Felipe González que votaron los españoles del 82 era un hombre de pana y suéter, de camisa de cuadros y melena cuidada, un revolucionario que traía la prosperidad de los grandes almacenes, la Europa del mercado y también de los mercaderes. El tiempo y la cirscunstancia lo transformaron en un hombre que se desnudaba lentamente, que se iba convirtiendo en una idea, antes que en una época.
El otro día, en Gijón-Sur, habló de Europa, de esa madre fallida, de esa vieja fracturada e inválida, incapaz de aunar voluntades para salir de esta crisis. Habló sin papeles, recordó a Roosvelt, que reclamaba esfuerzo tras el crack del 29, sugirió la energía atómica, reivindicó la democracia. Todo el mundo se olvidó de Zapatero y hasta de las próximas elecciones.

miércoles, 20 de mayo de 2009

Opus librum


Los libros desaparecerán. Quia. La prensa escrita se disolverá. Quia. Las hojas de papel dejarán de existir. Quia. Guttemberg tiene sus quinientos años contados. Mañana será su funeral. Quia, quia, quia. El semiólogo Umberto Eco no se lo cree (y yo tampoco) y asegura en su último libro No esperes librarte de los libros que la pervivencia del papel se mantendrá junto a los soportes digitales. Hasta el momento sabemos cuánto tiempo se conserva un libro, incluso, un manuscrito, pero desconocemos todavía la fecha de caducidad de la memoria ram de un ordenador o de un cd, si es que la tiene. No sabemos si, a diferencia del libro, la maquinita podrá soportar un largo viaje, una tormenta o un accidente. De modo que el libro sigue ahí, sobre las estanterías o en el interior de una vieja maleta, amarillo, casi cirrótico, polvoriento y envejecido, como un hombre en vilo, pero, a fin de cuentas, vivo.
Los oráculos apocalípticos de la red auguran la muerte de la prensa escrita, pero en el café de mi barrio los clientes se quitan los periódicos de las manos.
-¿Ya ha leido usted el periódico?
-Pues no, así que se espera.
El periódico está vivo, aunque se compran menos periódicos, aunque la juventud no los lee, aunque se editan menos páginas y se regalan más libros, aunque vaya usted a saber qué y seguro que acierta. Y por qué está vivo entonces el libro. Ah? Uno cree que el periódico vale más por lo que confirma que por lo que anuncia, por eso la peña se lo pasa de mano en mano, de boca en boca, como un pedazo de pan ensalibado, al que no le hace ascos. Leer el periódico, esa oración matutina del ateo, es el recochineo de ver escrito lo que tantas veces habíamos oído.

miércoles, 13 de mayo de 2009

TLG: Todos los días Gijón.


Había que salir a por un reportaje, a por una noticia y esa necesidad de describir una ciudad con 625 líneas importaba mucho más que la calidad deficiente de la imagen y el sonido. Como ya es sabido por todos, TLG apaga definitivamente su emisión. Uno ha visto pasar por esa empresa a grandes periodistas asturianos: Víctor García Guerrero, Joaquín del Río, Javier Morán, Irma González, Cristina Natal y tantos otros amigos. Trabajadores y comentaristas, acudían cada tarde o cada noche a descubrir las entrañas de Gijón. Algunos de ellos iniciaron su carrera profesional delante de una vieja cámara que obligaba a aguzar el ingenio para sacar con esmero un informativo o un programa de entretenimiento.
Sabemos que la televisión es un espectáculo, pero TLG era, sobre todo, un faro que iluminaba con especial intensidad la vida local de Gijón. Podría decirse que su lema periodístico fue un verso del poeta peruano Cesar Vallejo: «Todos los días Gijón». Con esta vocación por una ciudad, se añadía más realidad a la vida cotidiana, al pulso vivo de una ciudad que ama y sufre al mismo tiempo.
La verosimilitud está en el detalle, dice Chejov. Y Gijón era más verosimil en cada detalle atrapado por sus cámaras y, sobre todo, por los comentarios de miles de gijoneses que por primera vez pisaban un plató de televisión. TLG ofreció a cualquiera la posibilidad de hablar y fue el testigo de los acontecimientos políticos, sociales y deportivos de una ciudad a la que se ama como una madre fea. A pesar de su pobreza, tejió una historia cercana y costumbrista de un Gijón verídico, cada día más real.
La ciudad fallece un poco más cuando la carta de ajuste de su televisión es para siempre. Ahora nos queda el recuerdo de una buena escuela, a la que añoramos horas antes de su muerte. Quia.

martes, 12 de mayo de 2009

Antonio Vega


Tenía la voz suave de la bruma y el color de la hepatitis. Sus ojos se escondían en dos cuevas y el tiempo le había machacado la sonrisa. La droga se llevó hace diez años la salud pero le respetó una voz perenne, casi adolescente, y el tiempo suficiente para morir joven todavía.
Se dejaba llevar por la música que salía de su guitarra y sabía que su vida estaba escrita con versos del ayer, así que pensó que era mejor recordar antes que ver el humo de un cigarrillo dibujando un presente incierto, un futuro escaso y una muerte segura.
Las discográficas convirtieron sus canciones en estatuas de sal pero él ya era entonces un ícono de otra década que acertó a vivir como quería, aunque nunca llegó a comprender en qué diablos acertaba. Era el tipo serio que cantaba, el de la mirada triste, un coleccionista de nubes de verano, un cantante cansado, que nos mira al otro lado del camino.

jueves, 7 de mayo de 2009

Díaz Ferrán y los parados


Ha dicho el manda de la CEOE, así, por lo bajini, que la culpa de todo este barullo la tiene Zapatero. La patronal ya está buscando culpables a la crisis y descubre que quien mola de verdad es Esperanza Aguirre. El buen periodismo, aquel que se hace cuando se cree que los micrófonos están apagados, registró estas palabras de Gerardo Díaz Ferrán en una reunión con empresarios de Madrid.
El caso es que el paro sigue siendo el dontancredismo nacional. Don Tancredo fue un albañil parado del principio de siglo pasado, que decidió hacer de su paro una obra de arte; o sea, seguir parado ante el toro.
El Gobierno ha vuelto a soltarle al parado el toro de las medidas económicas, el toro de las encuestas, el toro de los déficits, el morlaco de los planes municipales y tambien el de las hipotecas. Muchos toros, ya ven, para un simple parado. Mientras tanto, el obrero tose su gripe porcina, que es un odio de clase trabajadora enfebrecida, la mala saña del parado que se oxida en las listas soviéticas del paro.
Según Díaz Ferrán, las medidas económicas que ha lanzado el presidente Zapatero son insuficientes. Lo bueno hubiera sido que ZP aprobara de una vez por todas el despido libre y retrasara la jubilación hasta que a uno le llegara la parca.
En la literatura no hay paro ni jubilación. Qué putada. Yo ya sé que me moriré escribiendo artículos, aunque espero que para entonces los paguen un poco mejor. De modo que me moriré bruñendo el estilo, como un viejo corsario abandonado en una isla, aunque el parado de mi barrio no encuentra trabajo, anda desesperado y ya no sabe qué dar de comer a su parienta. Que muerda cuero, le he dicho.
Por el momento, el currante y yo nos vamos fumando unos cigarros agradecidos a la justicia social que allá en tiempos trajo Girón. Ay

lunes, 4 de mayo de 2009

Las mamachichi de Berlusconi


Silvio Berlusconi se divorcia. A Berlusconi, últimamente, le sale todo mal. En la práctica, ha enterrado la política y ha convertido el palacio del Quirinal en un plató de televisión que se rige por los índices de audiencia. La bota que pisa el Mediterraneo está gobernada por mamachichos y un muñeco que ha logrado escapar del museo de cera de La Castellana.
Il Cavaliere se empeñó en mandar a veinticinco vicetiples a Europa y, claro, su mujer, a braga quitada, que así es como se ejercita la verdadera democracia en cada casa, le ha dicho estos días a través de la prensa que nones; y después va la tía y se divorcia.
A Silvio Berlusconi lo tenemos fichado desde 1994, año en el que entra definitivamente en la política, cuando la vieja clase dirigente se disuelve bajo el empuje de Manos Limpias y el personal está enfervorecido con el Milan, Tassoti y todo lo nuevo. Y todo lo nuevo, que realmente ya era entonces un poco viejo, es Berlusconi, uno de los más beneficiados por el viejo régimen.
Para conquistar a la masa fue suficiente un lenguaje alejado del discurso político, que como todo fascismo, camufla la nada. Dice el periodista Indro Montanelli que Belusconi «es un Gran Gatsby a la italiana, sin tragedia y sin suicidio» pero con todo el espectáculo de la televisión, abría que añadir, en la que todo es creible pero todo es una mentira casposa.
Hasta ahora, el italiano concebía su país como una gran audiencia. Después lo ha intentado con Europa, pero de ahí sólo ha conseguido un culebrón escrito por un guionista venezolano. La vieja izquierda, desde Prodi a D´Alema, pasando por Bertinotti, no ha sido capaz de gobernar desde la razón y el interés práctico. O sea, que los italianos no quieren saber nada de política. O es que la política, tal y como cree Berlusconi, es también otra mentira insostenible, y como todas las mentiras insostenibles, es la que mejor se sostiene para que siga siendo presidente.
Ay.

viernes, 1 de mayo de 2009

Pandemia financiera y crisis porcina


Nunca fueron tan útiles los virus como ahora para explicar la crisis financiera. Activos tóxicos, conducta errática del sistema financiero y por ahí todo seguido hasta llegar al colapso del organismo y el cáncer de los bancos. Hablamos de la virulencia de la crisis económica a través de enfermedades y virus porque acojona tanto como hablar del fin del mundo y las siete plagas que Dios envió al mundo. El caso es que tanta metáfora ha trascendido la estricta economía para convertirse en la pura realidad a través de una crisis porcina, perdón, gripe porcina, incapaz de ser controlada por nadie, ni siquiera por las ministras de sanidad, que son como las chicas de la Cruz Roja reunidas en Bruselas.
Por lo visto, el virus de la crisis económica es mutable, como el virus N1H1, al que no saben todavía cómo diablos bautizar, de modo que resulta inútil predecir cuál será su comportamiento a corto y medio plazo. Mañana el virus será otra cosa distinta, amigo, y nos habrá mordido un poco más el intestino grueso.
Lo cierto es que la gripe porcina, ahora sí, ha logrado que suba el IBEX 35 (que no tiene nada que ver con el virus N1H1) un porrón de puntos en la última semana. Es la mayor subida desde hace muchos años. Por supuesto, las farmacéuticas has incrementado sus valores en una semana lo que no lograron en toda su historia y todo a base de tamoflines y mascarillas, quién lo diría.
Yo creo que el problema de esta mala gripe, o sea, de esta crisis econónimca, es que carece de antivirales que la atenúen, o sea, que no se soluciona inyectando dinero público, porque el efecto dura poco y sólo consigue que el virus se haga más fuerte. Al parecer, los virus son muy listos y es dificil cogerles en un renuncio.
Quizá el virus sean los bancos, que son, por el momento, los únicos que reciben millones y millones de euros a través de grandiosos chutes financieros sin que sirva, siquiera, para bajar la fiebre del paro y la hipoteca. Y esto ya es más jodido, porque los bancos son la esencia del sistema.
A lo mejor, el virus es el propio sistema y todavía no lo queremeos comprender. A lo mejor el G-20 no quiere oir hablar de cambiar el sistema y cree que con buenos sentimientos todo se soluciona. Y a lo mejor tenía razón mi abuelo, que desconfió siempre de los banqueros y los políticos tanto como de los matasanos y siempre me dijo que muerto el perro se acabó la rabia. A lo mejor esta rabia se acaba matando al perro. Y esto, querido y desocupado lector, ya empieza a sonar mucho mejor.